La cárcel de Thoreau

ENTRE REJAS

Thoreau y la cárcel

ThoreauUn día de cárcel es una anécdota. La vida entera del escritor estadounidense Henry David Thoreau lo fue. Anécdota y símbolo.

Thoreau soñaba con ser auténtico y vivir a fondo, aunque murió joven, no tuvo amores, ni hijos, ni escribió más que un diario, unos cuantos textos autobiográficos y algunos ensayos. Dicen que se volvió salvaje y se fue a vivir al bosque, pero Walden estaba muy cerca de Concord, su ciudad, y el escritor recibió, durante los dos años que permaneció allí, visitas casi a diario. Trabajó poco, leyó mucho y conversó airadamente con todo aquél que se le puso en frente. Era austero, agrio, individualista y vanidoso. Lo que más le gustaba era caminar hasta donde el viento lo llevara, pero nunca salió de Massachussets. Dicen que fue un héroe porque se enfrentó a su Estado y a la Unión en temas como el esclavismo y la guerra contra México; ideó la doctrina de la resistencia pasiva que puso en práctica años después Gandhi. Resultado: una sola noche en prisión.

Era el 23 de junio de 1846. Thoreau había salido de su cabaña de Walden Pond para acudir al zapatero y al llegar a Concord el carcelero le recordó que no había pagado los impuestos destinados a sufragar la guerra contra México. El escritor, que no pensaba hacerlo, asumió pacíficamente el castigo y fue conducido a prisión. Pasó allí una sola noche, mirando por la ventana. Al día siguiente alguien pagó por él la cantidad señalada y recuperó su libertad. Arregló sus zapatos y se fue con un grupo de gente a buscar bayas al bosque.

Ésa es la anécdota. Está descrita en un pequeño texto titulado Mis prisiones. La experiencia fue para él “una novedad interesante”, y para nosotros la condensación en un hecho del sentido completo de su vida, espejo cristalino de su individualismo y de la relación que tuvo con su sociedad. Su doctrina de la resistencia pasiva se puede resumir más o menos así: uno ha de actuar siempre conforme a lo que le dicta su conciencia; si eso lo enfrenta al estado, ha de asumir las consecuencias. Así lo hizo. La guerra contra México le parecía injusta y pensó que “bajo un gobierno que encarcela a cualquiera injustamente, el lugar en el que debe estar el hombre justo es la prisión”. Así que la cárcel se convirtió, por unas horas, en el hogar de la libertad.

 

 

Autor: mardia

Licenciada en Filología Hispánica y licenciada en Historia, Máster en Ciencias de las Religiones y doctoranda en Literatura Hispanoamericana, escritora, maestra Reiki federada y simpatizante de la escuela sufí Naqshbandi.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.